viernes, 15 de abril de 2011

Un amor para siempre (cuento corto)


Y así pasaba un día  más, un día en que no podía tenerla en mis brazos, ni decirle cuanto era lo que yo la amaba, únicamente me valía la resignación y el amarla desde lejos, a fin de cuentas yo sabía que juntas no podríamos estar, el hecho de haber nacido mujeres nos satanizaba ante los ojos humanos, sabía que ante dios no pasaría nada, porque el quería que yo la amaba, en ese caso, porque me la había puesto en el camino si no quería que la amara, ella era tan dulce, una como una muñequita de una caja musical, sus ojos celestiales, su boca roja como una cereza, su piel parecía que fuese de terciopelo, yo estaba enamorada de ella, y ella de mi, nuestros encuentros furtivos muy casuales, el tenerla entre mis brazos, mirarle a los ojos, besar sus labios, hacían que mi vida tomara sentido, el que ella buscara mi calor al refugiarse en mis brazos, aceleraba mi corazón, y ella con ilusión me pedía que no la abandonara, aunque fuese a escondidas, no la dejara de amar, y aunque no me lo pidiera con su dulce voz, yo no la dejaría de amar, ella era mi todo, y pertenecía ya a mi vida para siempre.

Yo la veía a diario pasar por la calle, y únicamente se limitaba a agachar la mirada, no quería que tuviera problemas con sus padres, pero sus miradas escondidas eran como un te amo. Hubo un día en que su caminata de diario, no ocurrió, todo el día le había estado esperando, pero ella nunca apareció, así transcurrieron 3 días y no la vi más.

Fui a su casa, ya no aguantaba la necesidad de verla, y llegue su casa estaba en la plena oscuridad, no se encontraba ninguna luz encendida, subí a el muro que daba alcance a su recamara, y al asomarme por la ventana ahí estaba, dormida como un hermoso ángel a la luz de la luna alumbrada, ella despertó y me vio, abrió la ventana y entre, me abrazo y comenzó a llorar, me beso con tal intensidad que la tome entre mis brazos, y fue un beso que parecía que transmitía la pasión de las dos, aun entre lagrimas me había dicho que sus padres habían descubierto que ella me veía a escondidas, de repente la puerta quiso abrirse, la voz de su padre gritaba fuerte detrás de la puerta, salimos por la ventana y comenzamos a correr, la noche de tormenta mojaba nuestros nuestras ropas, pero eso no nos impedía correr para salvar nuestras vidas, las balas comenzaron a caer en contra de nosotros,  salimos y nos adentramos en el bosque, pero parecía que su padre nos veía en la sombras, nos cercaba el paso, fue cuando ella cayó al piso rendida, no podía más, su cuerpo estaba cansado, yo trate de levantarla, y como pude la hice caminar, hasta que llegamos a una laguna que estaba en el bosque, fue ahí donde ella ya no pudo más, su padre nos dio alcance, y amenazante apunto su arma en contra mía, ella se levanto y  se puso frente a mí,  protegiéndome con su cuerpo, su padre grito que se quitara, y ella solo dijo “No porque la amo” fue entonces cuando su padre acciono su arma, disparándole al corazón, la tome entre mis brazos, y en medio de la lluvia me dijo que me amaba, dando su último suspiro, la apreté contra mi pecho, la quise volver a la vida, pero ella ya no podía, su padre dio media vuelta y se alejo entre la maleza, dejándome con el cuerpo de su hija, su sangre corría entre los pequeños arroyuelos que había dejado la lluvia, ella ya no estaba a mi lado, me la habían matado por amarme.

Los días siguientes fueron un infierno para mi, el ministro de la iglesia no quiso oficiar una misa, ni que la enterrara en el cementerio, así que por mí misma, la enterré ahí, en el lago, donde me la habían asesinado, con una cruz blanca, y su nombre grabado, y ahí permanece el cuerpo de mi niña, de la mujer que más ame en la vida, la única que me hizo sentir lo que era amar, y ahí permaneceré hasta el fin de mis días, aunque muera encima de su tumba, siempre juntas mi niña, siempre juntas…




By: Urua Mishiro(j-1205@hotmail.com)

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