Autor: Goya y Lucientes, Francisco de
Título: Las Parcas, o Átropos
Fecha: 1820 - 1823
Técnica: Óleo
Soporte: Pintura mural trasladada a lienzo
Medidas:
Alto: 123 cm.; Ancho: 266 cm.
Las Parcas (Moiras) surgieron de la unión de Zeus con Temis, representan el ciclo de la vida de los hombres. Una sostiene una lupa, representa el nacimiento, la otra está hilando la vida, y la tercera que sostiene unas tijeras representa la muerte.
Se trata de una revisión del tema mitológico de las diosas del destino las Parcas, encabezadas por Átropos, diosa de lo inexorable, que porta unas tijeras para cortar el hilo; Cloto, con su rueca (que Goya sustituye por un muñeco o recién nacido, probable alegoría de la vida), y Láquesis, la hiladora, que en esta representación mira a través de una lente o en un espejo y simboliza el tiempo, pues era la que medía la longitud de la hebra. A las tres figuras femeninas suspendidas en el aire se añade una cuarta de frente y con las manos a la espalda —quizá maniatada— que podría ser un hombre. Si es cierta esta interpretación, las Parcas estarían decidiendo el destino del hombre cuyas manos atadas no pueden oponerse a su hado.
Como en todas las Pinturas negras, la gama cromática se reduce mucho, pero en esta pintura en especial a ocres y negros. Todo ello refuerza el ambiente nocturno e irreal (como corresponde al mundo del mito) de esta obra. El cuadro es un exponente de las características que el siglo XX ha considerado como precursoras del expresionismo pictórico.
Las Parcas (Moiras) surgieron de la unión de Zeus con Temis, representan el ciclo de la vida de los hombres. Una sostiene una lupa, representa el nacimiento, la otra está hilando la vida, y la tercera que sostiene unas tijeras representa la muerte.
Se trata de una revisión del tema mitológico de las diosas del destino las Parcas, encabezadas por Átropos, diosa de lo inexorable, que porta unas tijeras para cortar el hilo; Cloto, con su rueca (que Goya sustituye por un muñeco o recién nacido, probable alegoría de la vida), y Láquesis, la hiladora, que en esta representación mira a través de una lente o en un espejo y simboliza el tiempo, pues era la que medía la longitud de la hebra. A las tres figuras femeninas suspendidas en el aire se añade una cuarta de frente y con las manos a la espalda —quizá maniatada— que podría ser un hombre. Si es cierta esta interpretación, las Parcas estarían decidiendo el destino del hombre cuyas manos atadas no pueden oponerse a su hado.
Como en todas las Pinturas negras, la gama cromática se reduce mucho, pero en esta pintura en especial a ocres y negros. Todo ello refuerza el ambiente nocturno e irreal (como corresponde al mundo del mito) de esta obra. El cuadro es un exponente de las características que el siglo XX ha considerado como precursoras del expresionismo pictórico.
Fuente: cuadernodemitologia + museodelprado.es + wikipedia
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