En el año 640 el emperador Kotoku promulgó una serie de
decretos tendentes a modelar su reino según la imagen de la China de T’ang, que
por entonces se acercaba al apogeo de su poder y prestigio en el este de Asia.
El Japón dejó de buscar una guía en Corea. El gobierno y el orden social, el
arte, la ropa, los modales e incluso el idioma debían modelarse lo más
estrechamente posible de acuerdo con los modelos chinos. La nueva capital,
fundada el año 710 en Nara, era una copia de la ciudad de Ch’ang-an de T’ang.
Los años que se conocen con el nombre del período de Nara, desde el 710 hasta
el traslado de la capital a Kyoto en el
794, señalan el auge de la ola de influencia china. Se le llama a veces el
período Tempyo, aunque hablando con exactitud el Tempyo abarca sólo desde el
año 729 al 748. Llegaron luego otras olas de arte y cultura chinos a las playas
del Japón, pero jamás en forma tan arrolladora como las que llevaron la
brillante civilización de la dinastía T’ang.
Fuente: LAS BELLAS ARTES: Arte Chino y Japonés. pag. 101. Editorial: GROLIER. Autores: Varios.
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