jueves, 4 de abril de 2013
[Arte Japonés] Budismo esotérico: los mandaras
Aunque el budismo comenzó su mayor expansión durante el periodo de Nara, mayor número de pinturas religiosas de la época Heian han sobrevivido. Esto debido principalmente a la popularidad de dos sectas esotéricas Tendai y Shingon, provenientes de China, que se introdujeron en el Japón a principios del siglo IX.
La Tendai (en chino: T`ien-t`ai) que fue establecida en el Monte Hiei en el año 805 por el sacerdote Saicho, llamado Dengyo Daishi, que enseño un método que lo abarcaba todo basado en el texto "Loto Sutra". La Shingon (en chino: Chen-yen) fue llevada al Japón tres años más tarde por Kukai, llamado Kobo Daishi. La Shingon sostuvo que todo ser es la manifestación de la sabiduría divina, que se deifica como el primordial Buda Dai-nichi Nyorai (Maha-Vairochana).
Las dos sectas sostenían que solamente los sacerdotes podían interceder a la divinidad, y las dos inventaron complicados rituales, cuyas formulas eran conocidas únicamente por los sacerdotes. De aquí el epíteto "esotérico". Los servicios religiosos que llevaban a cabo con la ayuda de imágenes, pinturas, y mandaras (diagramas místicos), que ilustraban el aspecto mistico de la doctrina.
Los principios del Shingon solamente podían representarse con los mandaras, eran dos tipos básicos: el Taizo-kai (El mundo de la razón), el llamado mandara matriz del mundo material, que representaba a Dai-nichi Nyorai sentado en una aureola circular rodeado de la hueste celeste; o el Kongo-kai (El mundo de la sabiduría), el mandara diamante del mundo espiritual, en forma de cuadrado dividido en nueve secciones, cada uno conteniendo su grupo de Budas. Aunque a primera vista los mandaras parecen demasiado solemnes para atraer la atención como obras de arte, los mejores de ellos poseen en la forma una belleza de joya, línea y color que ilustra bien el poder singular del arte budista de dar forma visible a los conceptos metafísicos.
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